Las Navidades están a la vuelta de la esquina y los niños en edad escolar tienen muuuuuchos días de vacaciones, tendremos que ir planeando alguna escapada para que ellos y nosotros disfrutemos del tiempo juntos.
en la entrada anterior os hablaba del Safari de Madrid que bien puede ser un plan para estas Navidades, en fin, Madrid es siempre un plan buenísimo y sobre todo en Navidades, pero esta vez os quiero recomendar otro lugar, un lugar que a nosotros nos gustó tanto que ya hemos repetido un par de veces más y es que no tiene desperdicio, es el Oceanario de Lisboa.
En la entrada del oceanirio, que además es una explanada inmensa con fuentes que salen del suelo, pequeñas piscinas que simulan las olas del mar y chorros de agua que suben varios metros sobre nuestras cabezas, te espera para darte la bienvenida Vasco, un niño enorme y cabezón vestido de buzo, que es la insignia del oceanario de Lisboa. Ya desde la entrada los niños tienen para divertirse mientras los adultos guardamos cola para entrar.
una vez dentro hay distintas salas con una gran variedad de especies acuáticas en piscinas que simulan los diferentes hábitat de cada especie, hay 4 hábitat representados: Atlántico Norte, Antártico, Pacífico templado e Índico tropical.
Estas “pequeñas” piscinas están alrededor de una gigantesca piscina circular de varios pisos de altura desde donde podrán disfrutar observando el fondo del mar, verdaderamente parece un viaje al fondo del mar. Y esa gran piscina pretende ser la simulación de un gran océano global, así que aquí se encuentran todos los océanos desde el litoral hasta el mar abierto, desde la superficie hasta las profundidades . Ésta es sin duda la que más sorprende y gusta a los pequeños, pueden permanecer sentados frente a ella durante horas y no terminarán de ver todas las especies distintas que pasan por delante de ellos: Tiburones, morenas, rayas de todo tipo, peces tropicales, incluso fósiles vivientes pues había una especie de pez enorme que parecía más una piedra flotando, bueno una cosa extrañísima que nos llamó mucho la atención.
El propio oceanario oferta además visitas guiadas y un montón de actividades más para hacer con niños y bebés, actividades educativas orientadas a la conservación de los océanos, un programa que se llama “durmiendo con tiburones” que pretende conocer muchas más cosas de esta especie durante la noche cuando ellos duermen, programas para toda la familia como “los conciertos para bebés” que pretende, usando la música y un escenario como el del oceanario, despertar la sensibilidad y el amor hacia el mar y todos los animales que viven en él.
La verdad que fue una experiencia muy bonita, las dos veces, así que veremos si estas navidades no volvemos a visitar el oceanario, esta vez con la familia numerosa.
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