Este pasado sábado salimos al campo con los niños, nosotros a pesar de vivir en un pueblo pequeño y que basa su economía en la agricultura y la ganadería, no tenemos mucho contacto con la naturaleza, y por todos es sabido que el campo aporta muchos beneficios para la salud de nuestros pequeños.
Bueno pues nos decidimos a llevar a los niños a un lugar cercano al pueblo, donde se reúnen casi todos los vecinos a pasar un día de campo celebrando la fiesta de todos los Santos. Así los niños podrían disfrutar del sol, la tierra, la hierba y en un principio no parecía muy difícil, había que llevar algo de picar, juguetes para ellos, varias mudas, gorras, sillas y poco más. Merecía la pena pensando en todos los beneficios que tiene el campo para ellos.
Soltarlos en el suelo cuando llegamos fue divertido, dieron unos cuantos pasos y los dos se calleron al suelo porque no están acostumbrados a andar por el campo, seguidamente Rafa lanzó una queja: “joooooo mamá, la hierba pinchaaaa”. A mí me dio un poquito de pena, pero bueno 10 minutos después estaban tan fascinados que ni en un parque de atracciones. Todo les llamaba la atención, las flores, los cardos que confundían con las flores, cada insecto, y el agua como siempre era un imán. Creo que el único charco que había lo encontraron, opte por dejar que disfrutaran hasta que se aburrieron, y una vez que perdieron el interés por el agua los cambié de ropa y listo. Pero precisamente al campo se va a eso, es el mejor aula de aprendizaje porque está completamente llena de estímulos. Tal es así que la diferencia que hay entre un niño de campo y uno de ciudad parece que es abismal según diversos estudios de investigación. Los niños que viven en espacios abiertos, en pueblos pequeños suelen ser más autónomos, más despiertos, más imaginativos, coordinan mejor los movimientos físicos, son más creativos, casi nunca enferman, tienen mayor agilidad, saben colaborar en grupo, son más observadores, y tienen más habilidad para divertirse y paz interior. En cambio los niños que crecen en espacios urbanos desarrollan más alergias, tienen más problemas de sobrepeso y obesidad, padecen de estrés, fatiga crónica, hiperactividad y otros trastornos de aprendizaje entre otras cosas.
Siendo así yo lo tengo claro, incitaré a mis hijos a que suban a los árboles, saldré más a menudo a pasear en bicicleta con ellos ya que tenemos la suerte de tener el campo antes de que se haya acabado el pueblo por no decir que el mismo pueblo es un campo. Lo que sí es verdad, es que cada vez los niños juegan menos en la calle o en el campo. Cuando yo era pequeña salíamos por la tarde las amigas con la bicicleta e íbamos a robar manzanas en los campos de alrededor, o cazábamos lagartijas, o nos bañábamos en los canales de riego, o construíamos cabañas con palos, o tirábamos piedras a los charcos. Ahora ni siquiera los niños de pueblo hacen esto, los padres estamos más preocupados porque aprendan música, inglés, fútbol, teatro, informática…y no nos damos cuenta de que los estamos privando de esas experiencias vitales, del contacto con la naturaleza, y según los expertos al privarles de esto ellos “pierden espacios de desarrollo cognitivo y emocional, pierden capacidad de exploración, de creatividad, de destreza para la convivencia y para la resolución de problemas.”
La verdad es que la experiencia mereció la pena, lo pasamos todos fenomenal, el grupo encantador y sólo puedo decir que esto va dedicado a vosotras y vuestros maridos. Simplemente gracias
Ahhh y lo mejor de todo, os dejo esta perla de imagen, y es que como en el campo…. va por ti.
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