Mi tía tenía en la casa del pueblo una fotografía que a mí me había fascinado siempre un montón, era mi primo con 2 ó 3 añitos sentado en medio de una sabana abrazando a un pequeño león. Yo tendría 10 ó 12 años y desde entonces he querido conocer ese lugar, ese lugar era Safari Madrid, en Aldea del Fresno, un lugar donde los animales viven en semi-libertad. Bueno la verdad es que dentro también hay un mini-zoo, y un reptilario. Pero digamos que la sección de animales en semi-libertad es la sección estrella, aquí los animales viven cada uno en un hábitat adaptado a ellos, tú vas observando desde tu coche los distintos animales que campan a sus anchas, bisontes, cebras, jirafas, leones, tigres, hipopótamos, elefantes, monos, osos negros, que incluso se acercan al coche para recoger las zanahorias que te dan en la entrada.
Es una pasada de recorrido que en coche puedes hacer en hora y medio o dos horas, me refiero a recorrer el recinto de los animales en semi-libertad, también puedes hacer el camino a pie, lo que ocurre es que es más dirigido. Cuando lo haces a pie lo haces por un sendero vallado a ambos lados por la seguridad de las personas, pues no hay que olvidar nunca que son animales salvajes, y calculo que te puede llevar unas 4 horas como mínimo. Yo aconsejo el coche porque así tendréis más tiempo para ver el resto de las instalaciones y espectáculos. Os aseguro que merece la pena.
Nosotros fuimos hará ya unos tres-cuatro años porque los mellizos aún no habían llegado, fuimos sólo con el mayor que por entonces tendría cinco o seis añítos, y por supuesto volvió encantado. Apenas podíamos mantenerlo dentro del coche en la zona de animales en semi-libertad, acabó con la bolsa de zanahorias con la primera manada de cebras que se acercó al coche, vimos animales que después tuvimos que buscar en Internet para saber sus nombres, la verdad es que fue una experiencia maravillosa para todos, y da para estar un día completo, allí también hay zona de merenderos para pasar la hora de la comida y lugares para comer que eso no lo sabíamos.
la segunda parte del día la pasmos visitando el mini-zoo, tigres, leones, pumas, jaguares y otros felinos que podíamos observar muy de cerca, aquí también vimos al impresionante Cóndor de los Andes, puercoespines y algún que otro primate. Por este espacio pasa un arroyo natural que ha sido reconducido para que pase por todas las instalaciones, de esta forma también podréis ver como los tigres se desenvuelven en el agua que es un verdadero espectáculo.
“El rincón de los mansos” fue otra de las secciones que más entusiasmó a Nahuel, quizá porque en esta sección pudo interactuar directamente con los animales. Pudimos entrar en los corrales y darles de comer a ovejas, cabras y cerdos.
Otra de las cosas que más nos gustó fueron las exhibiciones de los vuelos de las rapaces en libertad, al enorme cóndor que vimos antes en el mini-zoo lo sacaron por la tarde para hacernos una demostración, exagero quizá un poco si digo que era de grande como yo, pero un golpe me daba. Además del cóndor también sacaron algunas águilas, buitres, buhos y el alcón peregrino y era increíble ver como las soltaban a hectáreas de distancia allá lejos en lo alto, y en minutos llegaban y se posaban en el brazo del cuidador. Era una auténtica lección de naturaleza, nos enseñaron cómo cazaban las distintas rapaces a través de señuelos. Y por último sacaron también a un par de lobos que hacían auténticas virguerías.
Y para terminar el día visitamos también la sección de reptiles o reptilario, que se hizo muy amena y didáctica como prácticamente todo el día. Te explican el comportamiento de cada especie, sus peligros, cómo cazan, como se comportan víboras, anacondas, caimanes, la pitón reticulada, boas, iguanas, la falsa coral y un largo etcétera. nosotros tuvimos la suerte de poder asistir a una exhibición didáctica de serpientes donde nos contaron las características, generalidades y la problemática que afecta a cada uno de los reptiles del mundo. Incluso los cuidadores de caimanes nos contaron algunas anécdotas muy curiosas, la que más nos sorprendió fue la de un caimán manco al que llamaban Lepanto, uno de sus compañeros le había arrancado el brazo en una disputa, y después de esto se negó a comer, estuvo 3 años sin comer nada, yo no sabía esta característica de los caimanes, pero nada de nada y no se murió. El cuidador consiguió hacerle comer tras muchos intentos introduciéndole un tubo por la garganta hasta llegar al estómago, y por allí metió un tortilla francesa de un huevo, increíble no?
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